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diario

Éstas son las primeras líneas que escribo en mi diario. En primer lugar disculparme por estas páginas ante aquellos que las lean y puedan importarles algo . Deliberadamente todas carecen de color, todas son en blanco y negro (salvo una honrosa excepción) y pretenden ser páginas tristes y sombrías. Espero haberlo conseguido. Tenía muchas cosas pensadas para poner aquí cuando llegara este momento, pero ahora o no se me ocurren o no me parecen de lo más adecuadas.

La cuestión es que últimamente lo veo todo demasiado negro, y he decidido reflejarlo aquí. Quizá sea una especie de protesta ante este mundo, tal vez rebeldía o rabia porque ya hace demasiado tiempo que no sale una sola cosa bien, y que cuando más débil estás, cuando más necesitas meter tu nave en un puerto seguro para reparar las heridas que la vida te abrió en las últimas andanadas, entonces avistas velas en el horizonte y largas todo el trapo que le queda a tu desarbolado barco con la vana esperanza de ganar algo de tiempo para plantarles cara. Porque sabes que no puedes huir, que te darán caza tarde o temprano, que puedes alejarte de lo que corre tras de ti, pero no de aquello que corre dentro de ti.

Y mientras tanto maldices a la vida por jugar sucio una detrás de otra, por exigirte todo cuando ya ha acabado de molerte a palos, porque da igual que lo intentes con toda tu buena voluntad: siempre acaba por salir mal; esa maldita impresión de llegar a los sitios por camino errados, de hacer las cosas del modo más difícil.

Por ahora nada más. Cuando el corazón desfallece la cabeza debe tomar las riendas de toda la situación y dictar normas precisas y estrictas para mantener a flote lo que queda del barco. De lo contrario se corre el peligro de pasar al otro lado.
Y no me gustaría volver allí



diario

Cierto es que no esperaba estar aquí tan tarde. Pero así ha sido y ya no hay nada que hacer. De nuevo vuelvo a este púlpito que yo me he construido para gritarle al mundo. Ya no me queda otro consuelo. Esperaba, y al decir esperaba me obligo a reconocer que albergaba en lo más recóndito de mi ser alguna esperanza, esperaba como decía dar aquí alguna noticia buena, esperaba que el infierno se desatase sobre mi cabeza para llevarme a un lugar mejor, una especie de purgatorio. Subestimé mi mala estrella. 

Ya no podía sufrir el corazón porque no sufre lo que está muerto, ya no podía perder la esperanza porque nada pierde aquel que nada ya le queda. Aún así, la vida apunta y dispara con macabra puntería y de nuevo un estremecimiento de lo poco, lo nada que queda, un sentimiento de que la oscuridad es infinita, que no hay estrellas en mis noches ni soles en mis auroras, que el camino sigue tan duro como el primer día, que la tregua no existe, que la justicia no existe, que la vida es dolor, que la vida duele en todas y cada una de sus esquinas. 

Poco queda ya, dice uno desde la trichera donde se guarece mientras carga doce balas en sus revólveres con la firme resolución de darle por el saco a esta grandísima hija de puta que es la vida. Me sacarás de aquí con los pies por delante, por tus muertos. Sólo queda eso, plantarle cara a la vida con el poco valor y toda la resolución que nos queda, teniendo la certeza de que lo hacemos bien, lo mejor que podemos, y que algún día, en alguna parte, algo saldrá bien. 

Mientras tanto, caminaremos en tinieblas soñando con estrellas. 



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Van remitiendo las horas bajas que poco tiempo atrás marcaron esta página de manera tan cruel e indeleble. Quizá ahora, en este momento, si las hiciese de nuevo, tendrían algún color más. Pero quiero dejarlas así por un tiempo, para que me recuerden mis errores y, en la medida de lo posible, eviten que caiga de nuevo en ellos. Sería imperdonable.

De todo esto quedan secuelas, eso es innegable. Por lo pronto queda un desencanto, que a veces y a escondidas raya en cinismo para con la vida. Una desesperanza inmensa, inconmensurable, que difícilmente se diluirá. Las heridas duelen intensamente muchas noches. Que todo es apacentarse de viento. Que nada vale la pena.

Simplemente seguimos caminando, peleando, luchando porque es lo correcto.

Hasta pronto. Porque no todos los silencios ni todas las lágrimas son malos.



diario

Una nueva página. esta vez sí. Cambian muchas cosas, todo ha cambiado. Tras la terrible tormenta un suave y tímido amanecer va llenando de una luz gris y tenue esta macilenta aurora. Hay mucho desencanto, mucha guerra a las espaldas que a duras penas se le encuentra sentido. Queda poca esperanza; ahora está sustituida por un puñado de reglas obtenidas a base de dolor que sirven para navegar en este proceloso océano. Se ha perdido mucha suavidad, mucha magia, mucho encanto. Una lástima pero es así. Lo que tenga que ser será, y hasta entonces a jugar las cuatro cartas que nos quedan como mejor podamos. Y quizá, mientras tanto, amanezca un nuevo sol que llene de luz estos días grises.
Ahora ese amargo sabor de la pírrica victoria sobre el Señor Oscuro nos acompaña fiero recordándonos los errores. Francamente estos días no he estado demasiado inspirado en la confección de estas páginas. Cuando las concebí, cuando las pensaba, las palabras eran bastante más bellas. La estética siempre quiere ser sencilla, poco recargada, lo esencial. A ver cómo prosigue esto. De todas formas,  1996 fue el primer año de mi vida al que le puse la etiqueta "para olvidar" y 1997 es mi año.

Algo va a ocurrir. Como volver a ser un niño.

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